El amor y la confianza se fueron al campo un día… pero sólo la segunda le consiguió un hacha. Bueno, algo por el estilo pero en otra especie de homínino. Resulta que un nuevo estudio nos dice que fue la confianza, y no el deseo sexual, la cualidad detrás de la producción de refinadas hachas de hace más de un millón de años.
Las hachas de mano aparecieron hace unos 1.7 millones de años en África y se extendieron por África, Europa y Asia occidental, funcionaban principalmente como instrumentos de carnicería y su forma permaneció notablemente similar por más de un millón de años. Muchos han teorizado que la producción de estas hachas son el producto de la selección sexual y que la atención a lo simétrico ayudaba al individuo a atraer pareja dispuesta a aprovechar una clara señal de genes ventajosos en el trabajo.
Sin embargo, Penny Spikins, del Departamento de Arqueología de la Universidad de York propone una idea diferente. La doctora sugiere que el deseo de demostrar su fiabilidad, más que una necesidad de demostrar su aptitud física hacia una pareja en potencia, fue la fuerza impulsora detrás de la artesanía fina de hachas de mano del Homo erectus / ergaster en el Paleolítico Inferior .
“Propongo que la atención a la forma es mucho más acerca de las decisiones respecto en quién confiar, que pueden ser vistas como un gesto de buena voluntad o confianza hacia los demás. La atención al detalle se trata de mostrar una habilidad que se preocupa por la forma final y, por extensión, por la gente también. Además, el trabajo en piedra denota la superación de las frustraciones de forma imponente lo que muestra considerable autocontrol emocional y paciencia, características necesarias para las relaciones fuertes y duraderas; no sólo el apareo y la reproducción”, dijo Spikins.
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